Oración 24-7
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Parte 30 de 46
Hoy es viernes, 1 de abril y esta semana continuamos con nuestra serie de Cuaresma, viajando con Jesús hacia la cruz.
**Aviso importante: El devocional de hoy sobre la muerte de Judas puede resultar molesto para algunos, ya que toca el tema del suicidio.**
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en el amor inagotable de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 33…
Pues la palabra del Señor es verdadera
Salmo 33:4-5 (NTV)
y podemos confiar en todo lo que él hace.
Él ama lo que es justo y bueno;
el amor inagotable del Señor llena la tierra.
Jesús ha sido traicionado por su discípulo Judas, detenido, juzgado y condenado a muerte. Hoy reflexiono sobre la reacción de Judas ante las consecuencias de su traición…
Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. Le ataron, se le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador. Cuando Judas, el que le había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. ―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.
Mateo 27:1-5 (NVI CST)
―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
La tragedia de estos versículos es inquietante. No sólo la muerte de Judas, sino el fracaso de los sacerdotes en el cumplimiento de su responsabilidad espiritual. Atrapados en su propio miedo, centrados en la protección de sus sistemas religiosos e intereses políticos, responden a la petición de ayuda de Judas con una total falta de compasión y misericordia; abdicando de uno de los propósitos más importantes de su posición sacerdotal: ayudar a eliminar la carga de la culpa.
Jesús: busca en mi corazón. ¿Hay algún aspecto de mi vida en el que haya abrazado una narrativa alimentada por el miedo o haya elegido el interés propio? Muéstrame dónde no estoy pensando, hablando o actuando como un agente de tu amor y misericordia.
Jesús: oro ahora por cualquier persona de mi comunidad que esté luchando con pensamientos suicidas. Reúnete con ellos ahora, dales consuelo y esperanza.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. Le ataron, se le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador. Cuando Judas, el que le había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. ―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.
Mateo 27:1-5 (NVI CST)
―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
Algunos teólogos creen que Judas no se propuso traicionar a Jesús, sino manipularlo para que fuera el Mesías que Judas pensaba que debía ser. Cuando Judas se dio cuenta de que su manipulación era en realidad una traición, se llenó de remordimientos. ¿Podría haber terminado su historia de forma diferente si Judas hubiera decidido pedir la misericordia de Jesús y confiar en su perdón?
Jesús: ayúdame a confiar más plenamente en ti, en tu misericordia y en tu perdón. Elijo descansar en la obra transformadora de tu Espíritu.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en el Salmo 16:
Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;
Salmo 16:9-11 (NTV)
mi cuerpo descansa seguro.
Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos
ni permitirás que tu santo se pudra en la tumba.
Me mostrarás el camino de la vida;
me concederás la alegría de tu presencia
y el placer de vivir contigo para siempre.
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
Si te has visto afectada o afectado por las cuestiones planteadas en la Lectio 365 de hoy, busca ayuda en tu comunidad o iglesia local.
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