Oración 24-7
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Parte 42 de 46
Hoy es miércoles, 13 de abril y esta semana estamos con Jesús en el Gólgota, siendo testigos de su muerte según la registrada el libro de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la misericordia de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 78…
Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados,
Salmo 78:38-39 (NTV)
y no los destruyó a todos.
Muchas veces contuvo su enojo
y no desató su furia.
Se acordó de que eran simples mortales
que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve.
Jesús ha sido llevado al Gólgota, despojado y crucificado. Pero no está solo…
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
Mateo 27:38-44 (NVI CST)
―Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
―Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.
Es chocante: ¿la muerte como deporte de espectadores? Lamentablemente, a lo largo de los tiempos siempre lo ha sido. Ante lo que debería ser una tragedia desgarradora, la gente se queda embobada y se burla. Es espantoso su atrevimiento. Jesús es cautivo de la cobardía y la crueldad de la gente.
Jesús: ¿me he vuelto dura al sufrimiento que existe a mi alrededor? ¿Me he acostumbrado a la violencia gratuita? ¿Trato mal a la gente cuando lo están pasando mal? Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecadora.
Dios: oro por aquellos que son víctimas de acoso, ya sea en internet, en el colegio o en el lugar de trabajo. Padre, haz que tengan fuerza para aguantar, defensores para intervenir y una vía de escape. En silencio, oro por alguien que conozco y que está sufriendo a manos de otros.
Al volver al pasaje me imagino la escena: Jesús maltratado, sangrando, esforzándose por respirar bajo un ardiente sol de Oriente Medio. El aire está lleno de insultos. Miro por encima de la multitud. ¿Me encuentro allí?
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
Mateo 27:38-44 (NVI CST)
―Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
―Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.
¿He acusado alguna vez a Jesús de no ser quien Él dice que es? ¿Realmente entiendo lo que Él hizo por mí ese día?
Tenía que haber sido yo, Jesús. Pero en tu misericordia interviniste, Te interpusiste entre mí y las consecuencias de mis faltas y mis fracasos, y abriste tus brazos de par en par. Hoy me rindo a tu misericordia, y te adoro.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Isaías 55:
Que abandone el malvado su camino,
Isaías 55:7 (NVI CST)
y el perverso sus pensamientos.
Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
que es generoso para perdonar,
y de él recibirá misericordia.
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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