Oración 24-7
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Parte 15 de 46
Hoy es jueves, 17 de marzo y tomamos un descanso de los acontecimientos que tuvieron lugar el día antes de la crucifixión de Jesús, para celebrar el día de San Patricio.
En los días de fiesta nos detenemos para celebrar las historias y aprender de las vidas de los héroes de la fe, cuyo testimonio colectivo encarna nuestras seis prácticas en el corazón de Lectio 365. Éstas son: Oración y creatividad, justicia y hospitalidad, aprendizaje y misión. Por ello, hoy damos gracias a Dios por el extraordinario ejemplo de San Patricio, un verdadero héroe de la oración, la misión y la justicia.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Padre Dios: abre mis ojos, agita mi corazón y enséñame cómo: ‘Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarme ante…’ ti hoy. (Miqueas 6:8)
Hoy escojo regocijarme en la fidelidad de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 71…
Oh Dios, tú me has enseñado desde mi tierna infancia,
Salmo 71:17-18 (NTV)
y yo siempre les cuento a los demás acerca de tus hechos maravillosos.
Ahora que estoy viejo y canoso,
no me abandones, oh Dios.
Permíteme proclamar tu poder a esta nueva generación,
tus milagros poderosos a todos los que vienen después de mí.
Patricio es conocido como el apóstol de Irlanda. Cuando era adolescente le capturaron y le llevaron de Gran Bretaña a Irlanda como esclavo, pero le rescataron y volvió a casa en un barco que él había visto en una visión de parte de Dios. Más tarde, como un hombre libre, Patricio escuchó una voz irlandesa que le decía en un sueño: ‘Vuelve y camina una vez más entre nosotros’. Así que volvió.
En La confesión de San Patricio, traducida por John Skinner, Patricio escribió acerca de su tiempo como esclavo en Irlanda…
Oraba todo el tiempo, durante todo el día. El amor a Dios y el temor a él se hacían cada vez más fuertes en mí, y a medida que crecía mi fe, el Espíritu se volvía cada vez más activo, de modo que en un solo día rezaba hasta cien oraciones, y por la noche sólo un poco menos. Aunque estuviera en un bosque o en la ladera de una montaña, era lo mismo; incluso antes de que amaneciera, me despertaba para rezar. En la nieve, en la escarcha, en la lluvia, apenas notaba ninguna molestia, y nunca me encontraba débil, sino siempre lleno de energía. Ahora tengo claro que esto se debía al fervor del Espíritu en mi interior.*
La confesión de San Patricio
Patricio describe su época de esclavo, obligado a pastorear los rebaños de sus secuestradores. En lugar de vivir en la amargura o la desesperanza, dirigió su corazón constantemente al Señor. Esto redimió su tiempo y le hizo crecer en la fe y la oración. Le preparó para recibir una visión del barco que le llevaría a la libertad, y desarrolló en él un corazón de pastor para Irlanda.
Ahora pienso en mi situación actual: ¿Me siento alegre o triste? ¿Estoy ocupado o inactivo? ¿Está mi corazón dirigido al Señor?
Te pido, Señor, que redimas mi tiempo y me formes para cosas buenas.
Me pregunto cómo se sintió Patricio cuando Dios le llamó a pastorear a la gente que le había esclavizado…
¿Dónde o a quién me llamas, Señor? ¿Hay alguna persona o personas a las que quieres que bendiga? Te pido que me muestres quién está en tu corazón, aunque sean las últimas personas en las que yo pensaría.
En la carta de San Patricio a los soldados de Coroticus, él escribe:
Que Dios inspire a estos hombres para que vuelvan a entrar en razón con respecto a Dios, para que se arrepientan, aunque sea el último día, de sus graves crímenes, el homicidio contra los hermanos del Señor, y para que liberen a estas mujeres bautizadas que han tomado, y así entonces merezcan vivir para Dios y ser hechos de nuevo, aquí, ahora y para la eternidad.**
Carta de San Patricio a los soldados de Coroticus
Patricio hizo una campaña feroz por la liberación de los esclavos en Irlanda, enfrentándose a las bandas que mataban hombres y capturaban mujeres. Su fe no era sólo una cuestión interna de piedad, sino una ética de amor a la justicia que anhelaba ver a toda Irlanda -incluidos los soldados- transformada por la belleza, la libertad y el amor de Cristo.
¿Cómo puede actuar mi fe en favor de los esclavizados y oprimidos de mi mundo actual?
Tomo un momento de silencio para reflexionar sobre lo que me dices a través de la vida de Patricio.
Señor: muéstrame cómo mi fe puede ser movida a la acción, y consume mi corazón con tu amor por los que están en peligro.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Isaías 56 que:
«Observe el derecho
Isaías 56:1 (NVI CST)
y practique la justicia,
porque Su salvación va a llegar;
Su justicia va a manifestarse.
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
Lectio 365
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