Oración 24-7
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Parte 28 de 46
Hoy es miércoles, 30 de marzo y esta semana estamos meditando en el juicio de Jesús en esta época de Cuaresma.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la cercanía de la presencia de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 34…
El Señor oye a los suyos cuando claman a él por ayuda;
Salmo 34:17-18 (NTV)
los rescata de todas sus dificultades.
El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón;
él rescata a los de espíritu destrozado.
Hoy vuelvo a reflexionar sobre el miedo, la incertidumbre y la confusión de Pedro en torno al juicio de Jesús. Pedro ha sido reconocido como seguidor de Jesús por varias personas, pero lo ha negado dos veces…
Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:
Mateo 26:73-75 (NVI CST)
―Seguro que eres uno de ellos; se nota por tu acento. Y comenzó a echar maldiciones, y les juró: ―¡A ese hombre ni le conozco!
En ese instante cantó un gallo. Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y saliendo de allí, lloró amargamente.
Me duele el corazón por Pedro. Me lo imagino sintiéndose mal en el momento en que canta el gallo y se da cuenta de lo que acaba de hacer. Yo también he sentido esa misma sensación de malestar en la boca del estómago. Ha habido momentos en los que yo también he negado ser un seguidor de Jesús a través de las palabras, acciones y elecciones que he hecho.
¿Hay algún aspecto de mi vida en el que me sienta tentado a negar a Jesús? Tal vez no sea tan obvio como en el caso de Pedro, pero ¿estoy siendo tentado a comprometer mi integridad, a ser poco amable, o a actuar injustamente por miedo o por auto preservación?
Pienso en alguien que ama a Jesús y trabaja en un ambiente de alta presión, en el ojo público o que tiene gran influencia.
Jesús: fortaléceles; aumenta su coraje y profundiza su amor por ti. Ayúdales a permanecer fieles a ti en todo lo que hagan.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:
Mateo 26:73-75 (NVI CST)
―Seguro que eres uno de ellos; se nota por tu acento. Y comenzó a echar maldiciones, y les juró: ―¡A ese hombre ni le conozco!
En ese instante cantó un gallo. Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y saliendo de allí, lloró amargamente.
Las lágrimas de Pedro son un hermoso reflejo de su profundo amor por Jesús, incluso en su debilidad y temor. Es un momento devastador de enfrentarse a sí mismo. Sin embargo, Pedro debe haber permitido que esta experiencia le moldee y le transforme profundamente, porque en el futuro es su valentía y su audacia lo que hace que la gente “le reconozca como [un hombre] que había estado con Jesús”. (Hechos 4:13 NTV)
Jesús: te entrego humildemente mis áreas de debilidad hoy. Te invito a realizar tu obra transformadora en mi vida. Que estas áreas de debilidad sean un día las mismas áreas que te revelen a otros a mi alrededor.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en el Salmo 103:
Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros
Salmo 103:12-14 (NTV)
como está el oriente del occidente.
El Señor es como un padre con sus hijos,
tierno y compasivo con los que le temen.
Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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