Oración 24-7
8 Mins. lectura
Parte 41 de 46
Hoy es martes, 12 de abril. Esta semana nos unimos a Jesús en su crucifixión y resurrección, según lo narra el evangelio de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en el poder de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 22…
Sin embargo, tú eres santo;
Salmo 22:3-5 (NTV)
estás entronizado en las alabanzas de Israel.
Nuestros antepasados confiaron en ti,
y los rescataste.
Clamaron a ti, y los salvaste;
confiaron en ti y nunca fueron avergonzados.
Después de azotarle y burlarse de él, se llevan a Jesús para crucificarle…
Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y le obligaron a llevar la cruz. Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). Allí dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero, después de probarlo, se negó a beberlo. Le crucificaron y repartieron su ropa echando suertes. Y se sentaron a vigilarle. Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS».
Mateo 27:32-37 (NVI CST)
El teólogo N.T. Wright enmarca la crucifixión de esta manera:
‘Así es como hace brillar la luz del amor de Dios en los rincones oscuros del mundo; tomando el mal del mundo, la violencia gratuita, el acoso y la tortura que aún desfiguran el mundo, y dejando que haga lo peor con él. Que no se diga nunca que la fe cristiana es una cosa de hadas…’*
En el silencio, reflexiono sobre las formas en que Jesús ha hecho brillar la luz de Dios en los rincones oscuros de mi mundo.
Jesús: te agradezco que no te alejes de mi pecado y mi sufrimiento, sino que te sumerjas en ellos, uniéndote a mí, llevándome allí, sanándome y restaurándome allí. Hoy recibo tu misericordia y tu amor salvador.
Jesús: hoy oro por los que sufren a manos de otros. Las víctimas de la guerra. Los que están atrapados en ciclos de abuso doméstico, violencia y explotación. Jesús, sánales y restáurales.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más…
Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y le obligaron a llevar la cruz. Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). Allí dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero, después de probarlo, se negó a beberlo. Le crucificaron y repartieron su ropa echando suertes. Y se sentaron a vigilarle. Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS».
Mateo 27:32-37 (NVI CST)
Wright continúa:
‘Lo que para Pilato y los soldados era el “crimen” de Jesús -su pretensión de ser el verdadero rey de Israel- era para Mateo la sobria verdad. Y la crucifixión era el medio por el que se establecería su reino… Si iba a ser el reino de Dios, se produciría por los medios de Dios; y los medios que el verdadero Dios elige utilizar son los del amor, que se da a sí mismo.**
Jesús: me rindo a tu amor, que se da a sí mismo. No lo merezco. No me lo he ganado. Pero lo recibo con gratitud de corazón y te doy las gracias.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Éxodo 33:
Y el Señor le respondió: ―Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo.
Éxodo 33:19 (NVI CST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
* N.T. Wright. Matthew for Everyone, Part 2 p.182
**Ibid.
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