Oración 24-7
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Parte 44 de 46
Hoy es viernes, 15 de abril y en este Viernes Santo, somos testigos de la muerte de Jesús en la cruz, según la narra el evangelio de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en el poder de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 22…
Todos los que buscan al Señor le alabarán;
Salmo 22:26b-28 (NTV)
se alegrará el corazón con gozo eterno.
Toda la tierra reconocerá al Señor y regresará a él;
todas las familias de las naciones se inclinarán ante él.
Pues el poder de la realeza pertenece al Señor;
él gobierna a todas las naciones.
Es el final. O quizá es el principio…
Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
Mateo 27:50-56 (NVI CST)
En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron:
―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
La muerte de Jesús es un momento cataclísmico. Las cortinas se rasgan, la tierra tiembla y las tumbas se rompen. En el evangelio de Lucas se dice que las tinieblas invadieron toda la tierra (Lucas 23:44). ¡El mundo entero se desmorona!
O quizá se está recomponiendo.
Dios: te entrego los momentos de mi vida que han sido como momentos cataclísmicos, cuando todo está oscuro y parece como si mi mundo se desmoronara. Muéstrame dónde estabas, o estás, en medio de todo, haciendo nuevas todas las cosas.
Dios: oro ahora por alguien que conozco y que está en medio de una crisis, en la oscuridad, que siente que su mundo se desmorona. Oro las palabras del salmista en el Salmo 143:8 ‘Por la mañana hazles saber de tu gran amor, porque en ti han puesto su confianza.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más…
Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
Mateo 27:50-56 (NVI CST)
En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron:
―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
¿Recuerdas a los soldados que atormentaron a Jesús antes de su muerte? ¿Los mutiladores, los burlones, los asesinos? Aquí los veo de nuevo en la historia, esta vez como verdaderos creyentes. Una prueba de que cualquiera, absolutamente cualquiera, puede arrepentirse y ser restaurado.
Jesús: hoy me rindo a la esperanza. La esperanza de que cuando todo se desmorona, Tú estás obrando de alguna manera para recomponer las cosas. Espero que nadie esté demasiado lejos para recibir un cambio de corazón y de perspectiva. Dios de toda esperanza, lléname de alegría y paz mientras pongo mi confianza en ti, para que pueda rebosar de esperanza por el poder del Espíritu Santo (Romanos 15:13)
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Apocalipsis 21:
«¡Yo hago nuevas todas las cosas!»
Apocalipsis 21:5 (NVI CST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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