Oración 24-7
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Parte 37 de 46
Hoy es viernes, 8 de abril y este es el último día de esta semana que estamos explorando el viaje de Jesús a la cruz, según lo narra el evangelio de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la misericordia de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 86…
Oh Dios, gente insolente se levanta en mi contra;
Salmo 86:14-15 (NTV)
una pandilla violenta trata de matarme.
No significas nada para ellos.
Pero tú, oh Señor,
eres Dios de compasión y misericordia,
lento para enojarte
y lleno de amor inagotable y fidelidad.
Los líderes judíos han acusado falsamente a Jesús de traición. Pilato, el gobernador romano, no tiene el valor de declararle inocente. Ahora Jesús se presenta ante el pueblo de Jerusalén para recibir su sentencia…
―¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?
Mateo 27:22-26 (NVI CST)
―¡Crucifícalo! —respondieron todos.
―¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
Pero ellos gritaban aún más fuerte:
―¡Crucifícalo!
Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá vosotros!
―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo. Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
¿Quién fue el responsable de la muerte de Jesús? ¿Fueron los líderes judíos quienes manipularon la verdad, el sistema legal y las masas? ¿Fue Pilato, el gobernador que prefirió la paz y la popularidad a la protección de una vida inocente? ¿O fue la multitud que, atrapada en el momento, pidió a gritos la crucifixión? Quizás fue todo lo anterior, y quizás también fui yo. *
Jesús: Tú moriste en lugar de Barrabás, y también moriste en mi lugar. Aceptaste la muerte para que la consecuencia de mi pecado pudiera morir contigo. Parece insuficiente, pero hoy empiezo con un “gracias”.
Dios: te pido por las personas condenadas a muerte en todo el mundo hoy. Que encuentren a Jesús, el Salvador condenado a muerte. Ayúdales a recibir hoy tu perdón y tu misericordia.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más…
―¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?
Mateo 27:22-26 (NVI CST)
―¡Crucifícalo! —respondieron todos.
―¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
Pero ellos gritaban aún más fuerte:
―¡Crucifícalo!
Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá vosotros!
―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo. Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
Cuando Jesús entró en Jerusalén unos días antes, la multitud gritó: “Hosanna… ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mt. 21:9) ¿Cómo se sentiría Jesús al estar, tan sólo unos días después, ante la misma comunidad que ahora gritaba “Crucifícale”?
Jesús: puedo ser tan inconstante como las multitudes de Jerusalén, pero hoy me comprometo a priorizarte fielmente. Enséñame a seguir tus pasos, extendiendo la misericordia a todas las personas con las que me encuentre.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en el evangelio de Juan:
Así es como Dios ha amado al mundo: ha dado a su Hijo, su único Hijo. Y por eso: para que nadie tenga que ser destruido; creyendo en él, cualquiera puede tener una vida plena y duradera.
Juan 3:16 (MSG)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
*Tom Wright, Lent for Everyone, Matthew, year A, SPCK 2011, p. 134 y Michael Green, The Message of Matthew, Intervarcity Press 2020, p. 299-302.
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