Oración 24-7
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Parte 46 de 46
Hoy es domingo, 17 de abril ¡y es el Domingo de Resurrección! ¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado de verdad! Este es un sabbat muy especial, por lo tanto hoy vamos a orar de una forma un poco distinta.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Señor: Vengo a ti, precisamente hoy, con una nueva esperanza. Háblame ahora mientras paso este tiempo contigo y deja que la realidad de tu resurrección disipe la desesperación y despierte el canto de amor de mi vida en ti.
Hoy escojo regocijarme en el poder de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 22.
Toda la tierra reconocerá al Señor y regresará a él;
Salmo 22:27-31 (NTV)
todas las familias de las naciones se inclinarán ante él.
Pues el poder de la realeza pertenece al Señor;
él gobierna a todas las naciones.
Que los ricos de la tierra hagan fiesta y adoren.
Inclínense ante él, todos los mortales,
aquellos cuya vida terminará como polvo.
Nuestros hijos también le servirán;
las generaciones futuras oirán de las maravillas del Señor.
A los que aún no han nacido les contarán de sus actos de justicia;
ellos oirán de todo lo que él ha hecho.
Es el domingo después de la muerte de Jesús, y hoy me uno a las mujeres que le han seguido fielmente en su camino hasta la cruz y la tumba. Aunque esta antigua historia es muy familiar, hoy trato de mirarla con ojos nuevos. Me imagino como una de las mujeres. Al acercarme a la tumba, ¿qué veo? ¿Sombras que toman forma y color al salir el sol? ¿Oigo a los pájaros que despiertan el día? A la luz de los últimos acontecimientos, ¿cómo me siento?
Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos.
Mateo 28:1-6 (NVI CST)
El ángel dijo a las mujeres:
―No tengáis miedo; sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Venid a ver el lugar donde lo pusieron.
Supongo que las mujeres pensaron que iba a ser una mañana tranquila en la que podrían llorar en paz. En cambio, experimentan otro cataclismo.
El dolor, la pérdida, la conmoción, el miedo y el temor; todo ello en cuestión de unos pocos latidos. Y luego esa declaración que desafía a la muerte: “No está aquí; ha resucitado, tal como dijo. Venid y ved”.
Venid y ved.
Hoy me uno a esas mujeres y a la misionera estadounidense y escritora de himnos Fanny Crosby con este villancico de Pascua:
Oh, la alegría y la gloria
Fanny Crosby.
de la tierna historia de la Pascua,
¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo ha resucitado!
¿Oyes decir a los ángeles?
Todas las campanas triunfantes lo tocan,
Todos los coros celestiales lo cantan,
Y los suaves céfiros lo hacen volar
por los cielos en este día sagrado.
Oh, la maravillosa transformación,
que realiza la salvación del mundo.
Cristo, el Redentor crucificado,
una vez consignado a la más oscura penumbra,
Cambiando la sombra en esplendor,
Con su amor tan dulce y tierno,
Hijo de Dios, nuestro verdadero defensor,
Resucitando sin muerte del sepulcro.
Oh, la luz de la mañana de Pascua,
que adorna toda la tierra y el cielo.
Oh, qué descanso, qué alivio
es su santidad y su amor.
En mi corazón su paz está robando,
Como un suave bálsamo de sanidad ,
Cristo, mi Señor resucitado, revelando,
Trono en la majestad de lo alto.*
Padre Dios: gracias porque has dado a tu Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. ¡Él ha resucitado! ¡He resucitado! ¡Aleluya!
Jesús: tú eres el que vive; estabas muerto, y ahora mira, estás vivo por los siglos de los siglos. Y he aquí que haces nuevas todas las cosas. Has resucitado. ¡He resucitado! ¡Aleluya!
Espíritu Santo: gracias porque Tú, el mismo espíritu que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vive hoy en mí, dando vida a mi cuerpo mortal. ¡Él ha resucitado! ¡Yo he resucitado! ¡Aleluya!
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Que este día traiga el descanso del Sabbat a mi corazón y a mi hogar.
Que la imagen de Dios sea restaurada en mí, que mi imaginación sea reformada en Dios.
Que la gravedad de las cosas materiales se aligere, y la relatividad del tiempo se ralentice.
Que conozca la gracia para poder abrazar mi propia pequeñez finita en los brazos de la grandeza infinita de Dios.
Que la Palabra de Dios me libere y su Espíritu me dirija en la semana que comienza y la vida que tengo por delante. **
Amén
*Villancico de Cuaresma, Fanny Crosby. Musica compuesta por Charles Langley
**Adaptación de Sabbath Blessing de Pete Greig, petegreig.info
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