Oración 24-7
8 Mins. lectura
Parte 20 de 46
Hoy es martes, 22 de marzo y esta semana, mientras continuamos con nuestra serie de Cuaresma en el evangelio de Mateo, estamos explorando los acontecimientos alrededor del arresto de Jesús en el jardín de Getsemaní.
Juntos vamos a orar (O.R.A.R.) de forma muy sencilla cada día – ‘O’: OBSERVAR/parar y estar quietos. ‘R’ – REGOCIJARNOS con un Salmo y REFLEXIONAR en un pasaje de la Biblia. ‘A’ – APELAR/pedir a Dios que nos ayude a nosotros y a los demás y ‘R’ – RENDIRNOS a su voluntad en nuestras vidas pase lo que pase.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la presencia de Dios que nos ayuda, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 73…
¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
Salmo 73:25-26 (NVI CST)
Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu,
pero Dios fortalece mi corazón;
él es mi herencia eterna.
Hoy medito en lo que ocurrió cuando Jesús se encontró con Judas en aquella fatídica noche in Getsemaní.
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Le acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña: «Al que dé un beso, ese es; arrestadle». En seguida Judas se acercó a Jesús y le saludó.
Mateo 26:47-50 (NVI CST)
―¡Rabí! —le dijo, y le besó. ―Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes?
Entonces los hombres se acercaron y arrestaron a Jesús.
No había nada extraño en la señal que Judas había dispuesto. Era normal que un discípulo saludara a su rabino con un beso; pero era inusual que llegara con una multitud armada. ¿Quería Judas sólo dinero, o se imaginaba que ahora, por fin, Jesús demostraría ser el Mesías guerrero que él esperaba?
¿Hay un poco de Judas en mí? ¿He tomado mi cruz para seguir a Jesús venga lo que venga, o estoy esperando que Jesús satisfaga mis deseos y cumpla con mi agenda?
En las palabras de una antigua liturgia ortodoxa griega, oro ahora: Oh, Hijo de Dios… No te besaré como Judas, sino que, como el ladrón, te confesaré: Señor, acuérdate de mí en tu reino.*
Señor Jesús: oro por alguien que conozco que está sufriendo una herida por la traición de un amigo querido. Que encuentre consolación, sabiendo que Tú también has pasado por lo mismo.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Le acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña: «Al que dé un beso, ese es; arrestadle». En seguida Judas se acercó a Jesús y le saludó.
Mateo 26:47-50 (NVI CST)
―¡Rabí! —le dijo, y le besó. ―Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes?
Entonces los hombres se acercaron y arrestaron a Jesús.
Me llama la atención la respuesta de Jesús a su traidor: “Amigo”, dice, utilizando la palabra que significa “camarada” o “compañero”, en lugar de alguien muy querido, “haz lo que has venido a hacer”.
Después de haber dicho al Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”, Jesús se ha reconciliado con el doloroso camino que le espera. Ahora parece ansioso por seguir con la obra que llevará a la salvación del mundo.
Señor: me rindo a tu propósito para mi vida; que sepa caminar valientemente por muy doloroso que sea el camino. ‘Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí’. (Salmo 40:8)
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor me recuerda en Filipenses 4:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Filipenses 4:13
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
*”Troparion ‘Of Thy Mystical Supper’, from “The Divine Liturgy of Saint John Chrysostom” in Rev. Nicholas M. Elias, The Divine Liturgy Explained (Athens: Papadimitriou Publishing Co., 1966, 4th ed. 2000)
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
9 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
LECTIO 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
9 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio365
7 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.