Oración 24-7
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Parte 13 de 46
Hoy es martes, 15 de marzo y esta semana estamos meditando en los acontecimientos que tuvieron lugar el día antes de la crucifixión de Jesús, según los narra el libro de Mateo.
Juntos vamos a orar (O.R.A.R.) de forma muy sencilla cada día – ‘O’: OBSERVAR/parar y estar quietos. ‘R’ – REGOCIJARNOS con un Salmo y REFLEXIONAR en un pasaje de la Biblia. ‘A’ – APELAR/pedir a Dios que nos ayude a nosotros y a los demás y ‘R’ – RENDIRNOS a su voluntad en nuestras vidas pase lo que pase.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en el perdón de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 51…
Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio;
Salmo 51:7-10 (NTV)
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme la alegría;
deja que me goce
ahora que me has quebrantado.
No sigas mirando mis pecados;
quita la mancha de mi culpa.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
Hoy reflexiono en un momento significativo que ocurrió durante la cena que Jesús compartió con sus amigos, que ahora los cristianos alrededor del mundo celebran como La última cena, La santa cena, o La Eucaristía…
Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: ―Tomad y comed; esto es mi cuerpo. Después tomó la copa, dio gracias y se la ofreció diciéndoles: ―Bebed de ella todos. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. Os digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.
Mateo 26:26-29 (NVI CST)
El autor Eugene Peterson escribe: ‘Sin la Eucaristía es muy fácil derivar en una espiritualidad que está dominada por ideas sobre Jesús en lugar de recibir vida de Jesús. La Eucaristía dice claramente ‘no’ a todo eso. La Eucaristía pone a Jesús en su lugar, muriendo en la cruz y dándonos esa vida sacrificada. Y nos pone en nuestro lugar: abriendo las manos y recibiendo la remisión de nuestros pecados, que es nuestra salvación’.*
¿Se ha desviado mi fe hacia el aprendizaje acerca de Jesús en lugar de ser una fe que recibe vida de Él?
Señor Jesús: abriendo mis manos delante de ti, hoy recibo la vida que viene de ti: el perdón, la esperanza, la sanidad, y la paz. Vida en abundancia.
Jesús dijo: ‘He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia’. (Juan 10:10).
¿A quién conozco que realmente necesita experimentar esta ‘vida en abundancia’ de alguna forma? Oro por esa persona ahora.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: ―Tomad y comed; esto es mi cuerpo. Después tomó la copa, dio gracias y se la ofreció diciéndoles: ―Bebed de ella todos. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. Os digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.
Mateo 26:26-29 (NVI CST)
Jesús acababa de decir a sus discípulos que uno de ellos le traicionaría. Me pregunto si Jesús miró a Judas unos instantes después, cuando tomó la copa de vino, dio las gracias y la pasó diciendo: “Bebed todos de esta copa. Esta es mi sangre del Pacto, que se derrama por muchos para el perdón de los pecados’.
Recordando el sacrificio de Jesús, utilizo las palabras del culto Anglicano de la Santa Cena para mi oración hoy:
‘Dios todopoderoso te doy gracias por alimentarme con el cuerpo y la sangre de tu Hijo Jesús. Por Él te ofrezco mi alma y mi cuerpo para que sean un sacrificio vivo. Envíame con el poder de tu Espíritu a vivir y trabajar para tu alabanza y gloria’.**
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama dice en Efesios que:
Él es tan rico en bondad y en gracia que ha comprado [mi] libertad con la sangre de su Hijo y ha perdonado [mis] pecados.
Efesios 1:7 (NTV)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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