Oración 24-7
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Parte 23 de 46
Hoy es viernes, 25 de marzo y esta semana, mientras continuamos con nuestra serie de La Cuaresma, estamos explorando lo que ocurrió cuando Jesús fue arrestado.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la cercanía de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 73…
En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios!
Salmo 73:28 (NTV)
He hecho al Señor Soberano mi refugio,
y a todos les contaré las maravillas que haces.
Hoy medito en lo que hicieron los discípulos justo después de que arrestaran a Jesús…
Y de inmediato dijo a la multitud:
Mateo 26:55-58 (NVI CST)
―¿Acaso soy un bandido, para que vengáis con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me arrestasteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron. Los que habían arrestado a Jesús le llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos. Pero Pedro le siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
Todos los días Jesús había enseñado abiertamente en el Templo. Ahora una multitud armada le ha capturado como a un terrorista. ¿Se preguntan los discípulos si siempre ha habido una faceta más peligrosa de Jesús que no conocían? ¿Se han visto envueltos en una revolución secreta?
Me imagino sintiendo la adrenalina de ese momento y, mientras todos los discípulos huyen, me pregunto qué habría hecho yo.
Señor Jesús: lléname con tu Espíritu, que tenga el valor para serte fiel en cada circunstancia.
Señor: te pido por los cristianos que viven en naciones en las que identificarse como seguidores de Jesús les pone inmediatamente en peligro de ser arrestados o de sufrir ataques violentos: países como Afganistán, Corea del Norte y Somalia. Dales mucha sabiduría, gozo y audacia en medio de la persecución.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Y de inmediato dijo a la multitud: ―¿Acaso soy un bandido, para que vengáis con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me arrestasteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron. Los que habían arrestado a Jesús le llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos. Pero Pedro le siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
Mateo 26:55-58 (NVI CST)
Todos los discípulos abandonan a Jesús y huyen en la noche. Luego me doy cuenta que Mateo añade: “Pero Pedro le siguió de lejos”. Pedro ha regresado para ver lo que le ocurre a Jesús, pero está cubriendo sus apuestas, distanciándose; ya no está “comprometido del todo”.
Señor Jesús: me rindo una vez más a tu llamada a seguirte. Que siempre diga con el salmista: ‘Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene’ (Salmo 63:8 NVI CST).
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Santiago 4:
Acércate a Dios, y Él se acercará a ti.
Santiago 4:8
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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