Oración 24-7
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Parte 8 de 30
Hoy es sábado, 3 de diciembre y esta semana nos estamos preparando para celebrar el nacimiento de Jesús, escuchando las voces de los profetas según describen la venida del Mesías.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Señor, en esta época de tanto ajetreo, por favor, ayúdame a estar quieta. Abro mis oídos ahora para escuchar cosas increíbles sobre ti, preparando mi corazón calladamente para el milagro de tu venida en Navidad.
Hoy escojo regocijarme en la fidelidad de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en palabras del Salmo 36…
Tu amor inagotable, oh Señor, es tan inmenso como los cielos;
Salmo 36:5-7 (NTV)
tu fidelidad sobrepasa las nubes.
Tu rectitud es como las poderosas montañas,
tu justicia, como la profundidad de los océanos.
Tú cuidas de la gente y de los animales por igual, oh Señor.
¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios!
Todos los seres humanos encuentran refugio
a la sombra de tus alas.
Hoy medito en una última promesa mesiánica en el libro de Isaías.
»Este es mi siervo, a quien sostengo,
Isaías 42:1-4 (NVICST)
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu,
y llevará justicia a las naciones.
No clamará, ni gritará,
ni alzará su voz por las calles.
No acabará de romper la caña quebrada,
ni apagará la mecha que apenas arde.
Con fidelidad hará justicia;
no vacilará ni se desanimará
hasta implantar la justicia en la tierra.
Las costas lejanas esperan su ley».
En esta profecía vemos que el Mesías se inclina hacia la justicia, pero también comenzamos a ver el medio inesperado por el que lo consigue – a través del sufrimiento.
Me encanta la idea de un Mesías que viene como un superhéroe para triunfar sobre el mal, para hacer que todo lo que está mal vuelva a estar bien. ¿Pero un Mesías que sufre? Y además me invita a compartir su sufrimiento. Hmmm, ¡no estoy tan segura de eso!
Jesús, ¿te he recibido sólo como un héroe y no como un siervo que sufre? No quiero perderme Tu presencia en mi vida porque no cumples todas mis expectativas mesiánicas. Ayúdame a apoyarme en el misterio de un Dios que triunfa a través del sufrimiento.
Padre, te pido por la diáspora del pueblo judío en todo el mundo – los hijos de Israel – que siguen siendo la niña de tus ojos y están cercanos a tu corazón. Responde a su anhelo de un Mesías prometido. Te pido que les reveles a Jesús.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
»Este es mi siervo, a quien sostengo,
Isaías 42:1-4 (NVICST)
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu,
y llevará justicia a las naciones.
No clamará, ni gritará,
ni alzará su voz por las calles.
No acabará de romper la caña quebrada,
ni apagará la mecha que apenas arde.
Con fidelidad hará justicia;
no vacilará ni se desanimará
hasta implantar la justicia en la tierra.
Las costas lejanas esperan su ley».
Isaías nos da una pequeña pincelada del afecto que existe en la Trinidad. El Padre ha elegido al Hijo y se deleita en él. La palabra hebrea deleite significa que ha puesto su afecto en el Mesías, que disfruta de él. La obra principal de Jesús el Mesías es reconciliarnos con Dios para que también podamos entrar en su afecto, para que también podamos ser disfrutados por Dios.
Padre, esto realmente conmueve mi corazón. Milagrosamente, estoy invitada a ser receptora de tu deleite. Me tomo un minuto para saborear la dulzura de tu amorosa invitación.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama dice en Deuteronomio:
Sin embargo, él se encariñó con tus antepasados y les amó; y a ti, que eres su descendencia.…
Deuteronomio 10:15 (NVICST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo,
siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás,
siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida,
proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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