Oración 24-7
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Parte 19 de 30
Hoy es miércoles, 14 de diciembre. Esta semana, mientras nos preparamos para celebrar el nacimiento de Jesús, estamos reflexionando sobre las sorprendentes mujeres que Mateo incluyó en la línea familiar de Jesús (Mateo 1:1-17).
Por lo tanto ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Señor, en esta época de tanto ajetreo, por favor, ayúdame a estar quieta. Abro mis oídos ahora para escuchar cosas increíbles sobre ti, preparando mi corazón calladamente para el milagro de tu venida en Navidad.
Hoy escojo regocijarme en la misión global de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en palabras del Salmo 98…
El Señor anunció su victoria
Salmo 98:2-3 (NTV)
y reveló su justicia a toda nación.
Recordó su promesa de amar y de ser fiel a Israel.
¡Los extremos de la tierra han visto la victoria de nuestro Dios!.
Hoy reflexiono acerca de la segunda mujer que Mateo nombra en la línea ancestral de Jesús. Rajab, una prostituta cananea de Jericó, que decidió proteger a los espías de Israel cuando se preparaban para atacar su ciudad…
Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo:
Josué 2:8-13 (NVICST)
―Yo sé que el Señor os ha dado esta tierra, y por eso estamos aterrorizados; todos los habitantes del país están muertos de miedo ante vosotros. Tenemos noticias de cómo el Señor secó las aguas del Mar Rojo para que vosotros pasarais, después de haber salido de Egipto. También hemos oído cómo destruisteis completamente a los reyes amorreos, Sijón y Og, al este del Jordán. Por eso estamos todos tan amedrentados y descorazonados frente a vosotros. Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra.
Por lo tanto, os pido ahora mismo que juréis en el nombre del Señor que seréis bondadosos con mi familia, como yo lo he sido con vosotros. Quiero que me deis como garantía una señal de que perdonaréis la vida de mis padres, de mis hermanos y de todos los que viven con ellos. ¡Jurad que nos salvaréis de la muerte!
Rajab, gentil de nacimiento y prostituta de profesión, es la última persona que los israelitas habrían esperado que fuera una aliada. Pero Kenneth Bailey señala que, de alguna manera, ella “… descubrió que el Dios de los israelitas era el único Dios verdadero y decidió servirle sólo a él. Ese descubrimiento la llevó a…’ poner su vida en juego y, ‘sobre la base de su nueva fe, actuó contra su comunidad, sus dioses y sus líderes’.*
¿Cuál es el mayor riesgo que he corrido por Dios? ¿Me está invitando Dios a arriesgar algo por sus planes y propósitos hoy?
Señor, dame la valentía de Rajab.
No sé si Rajab se enteró de la existencia de Israel a través de chismes o de la revelación profética, pero en cualquier caso sabía de la existencia de Dios antes de que ningún israelita pusiera un pie en su ciudad.
Señor, nombro a una familia o comunidad que aún no te conoce. Ya sea de palabra o por intervención sobrenatural, prepara a uno de ellos para que me acoja mientras comparto el evangelio con ellos.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo:
Josué 2:8-13 (NVICST)
―Yo sé que el Señor os ha dado esta tierra, y por eso estamos aterrorizados; todos los habitantes del país están muertos de miedo ante vosotros. Tenemos noticias de cómo el Señor secó las aguas del Mar Rojo para que vosotros pasarais, después de haber salido de Egipto. También hemos oído cómo destruisteis completamente a los reyes amorreos, Sijón y Og, al este del Jordán. Por eso estamos todos tan amedrentados y descorazonados frente a vosotros. Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra.
Por lo tanto, os pido ahora mismo que juréis en el nombre del Señor que seréis bondadosos con mi familia, como yo lo he sido con vosotros. Quiero que me deis como garantía una señal de que perdonaréis la vida de mis padres, de mis hermanos y de todos los que viven con ellos. ¡Jurad que nos salvaréis de la muerte!
Jericó fue conquistada, Rajab se salvó y pasó a formar parte de la familia de Dios: un primer cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham de que todos los pueblos serían bendecidos a través de Israel (Génesis 12:3).** La inclusión de Rajab en la línea familiar de Jesús (Mateo 1:5) me recuerda que sólo por la fe en el Dios de “los cielos de arriba y de la tierra de abajo” (Josué 2:11), yo también soy salvada y acogida en el pueblo de Dios.
Dios del cielo y de la tierra, en el ajetreo de este tiempo de Adviento, recuerdo quién eres y todo lo que has hecho por mí. En mis propias palabras me detengo para expresar mi alabanza…
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama dice en el evangelio de Juan:
Vino a lo que era suyo, pero los suyos no le recibieron. Mas a cuantos le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Juan 1:11-12 (NVICST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo,
siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás,
siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida,
proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
*Kenneth E. Bailey, Jesus Through Middle Eastern Eyes (London: SPCK, 2008), p. 39.
**John Paul Heil, ‘The Narrative Roles of the Women in Matthew’s Genealogy’, Biblica 72, No. 4 (1991), (Leuven, Belgium: Peeters Publishers) p. 540.
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