Oración 24-7
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Parte 11 de 30
Hoy es martes, 6 de diciembre. A lo largo de este tiempo de Adviento estamos reflexionando sobre las voces de las muchas personas cuyas experiencias se unen para componer la historia de la Navidad.
Juntos vamos a orar (O.R.A.R.) de forma muy sencilla cada día – ‘O’: estar quietos para OBSERVAR. ‘R’: REGOCIJARSE con un Salmo y meditar en un pasaje de la Escritura que tenga relación con la llegada de Jesús. ‘A’: APELAR/PEDIR a Dios que nos ayude a nosotros y a otros y ‘R’: RENDIRSE a Su voluntad en nuestras vidas venga lo que venga.
Por lo tanto ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Señor, en esta época de tanto ajetreo, por favor, ayúdame a estar quieto. Abro mis oídos ahora para escuchar cosas increíbles sobre ti, preparando mi corazón calladamente para el milagro de tu venida en Navidad.
Hoy escojo regocijarme en la bondad de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en palabras del Salmo 31…
Qué grande es la bondad
Salmo 31:19-20 (NTV)
que has reservado para los que te temen.
La derramas en abundancia sobre los que acuden a ti en busca de protección,
y les bendices ante la mirada del mundo.
Les escondes en el refugio de tu presencia,
a salvo de los que conspiran contra ellos.
Les proteges en tu presencia,
los alejas de las lenguas acusadoras.
Dios había enviado un ángel a Zacarías con una noticia maravillosa: ¡la concepción milagrosa de un hijo que anunciaría al Mesías! Pero Zacarías había dudado y guardó un silencio sobrenatural. Ahora, rodeado de sus amigos y familiares, recupera la capacidad de hablar.…
Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó:
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha venido a redimir a su pueblo.
Nos envió un poderoso Salvador
en la casa de David su siervo (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas),
para librarnos de nuestros enemigos
y del poder de todos los que nos aborrecen;
para mostrar misericordia a nuestros padres
al acordarse de su santo pacto.
Así lo juró a Abraham nuestro padre: nos concedió que fuéramos libres del temor,
al rescatarnos del poder de nuestros enemigos,
para que le sirviéramos con santidad y justicia,
viviendo en su presencia todos nuestros días.
Lucas 1:67-75 (NVICST)
Haber quedado en silencio debió ser profundamente intenso -sobre todo porque se produjo como resultado de la incredulidad-, pero en Zacarías no parece haber producido ningún temor a Dios. De hecho, sus palabras animan a servir a Dios “sin miedo”. Aunque tengo presente la frase que se traduce en muchas Biblias como ‘temer al Señor’, me recuerda que esto no significa vivir aterrorizado por él.
Como Zacarías, ¿me siento seguro y a salvo en el amor de Dios, o me preocupa la ira o el juicio de Dios?
Padre bueno, ayúdame a tomarme en serio las palabras de Zacarías: ¡que pueda servirte libre de todo temor! Revela más de tu amor y libérame de mis preocupaciones.
Señor, me acuerdo de alguien que conozco y que sufre de ansiedad. Atraviesa hoy sus miedos y ánclalos profundamente en tu amor. Que lleguen a experimentar la alegría y la seguridad que da conocer a Jesús.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó:
Lucas 1:67-75 (NVICST)
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha venido a redimir a su pueblo.
Nos envió un poderoso Salvador
en la casa de David su siervo (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas),
para librarnos de nuestros enemigos
y del poder de todos los que nos aborrecen;
para mostrar misericordia a nuestros padres
al acordarse de su santo pacto.
Así lo juró a Abraham nuestro padre: nos concedió que fuéramos libres del temor,
al rescatarnos del poder de nuestros enemigos,
para que le sirviéramos con santidad y justicia,
viviendo en su presencia todos nuestros días.
El silencio forzado de Zacarías debe haber sido extremadamente frustrante, pero sus primeras palabras no tienen nada que ver con las dificultades que ha sufrido. Por el contrario, Zacarías se centró en edificar la fe de sus vecinos. ¿Cómo respondo cuando experimento dificultades? ¿Me centraré en mí mismo o voy a optar por mirar hacia el exterior y construir mi comunidad?
Señor, tu llamada a amar al prójimo se aplica tanto si estoy en una época fácil de la vida como en una difícil. Cualquiera que sea mi situación hoy, elijo confiar en que siempre estoy seguro en tu amor, y me comprometo a edificar la fe de los que me rodean.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama dice en el libro de Romanos:
… estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8:38b-39 (NVICST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo,
siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás,
siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida,
proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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